Muy Respetable Gran Logia del Estado de Guerrero

Historia de la Masonería en Guerrero, México

La presencia de la masonería en el estado de Guerrero se remonta a los primeros años del México independiente. A lo largo de más de dos siglos, las logias masónicas guerrerenses han evolucionado e influido en los acontecimientos políticos, sociales y culturales de la región. En esta reseña se exploran sus orígenes, desarrollo histórico, figuras prominentes e impacto en la sociedad, así como la formación de la Muy Respetable Gran Logia del Estado de Guerrero y su rol contemporáneo.

Origen y establecimiento de la masonería en Guerrero

En los inicios del siglo XIX, durante la lucha por la independencia, la masonería comenzó a afianzarse en México con el impulso de diplomáticos extranjeros. El embajador británico Henry George Ward fundó en la capital del país logias afiliadas al Rito Escocés Antiguo y Aceptado, mientras que el enviado estadounidense Joel R. Poinsett estableció logias del Rito Yorkino. Estas logias no tardaron en atraer a los criollos liberales de la época y a infiltrar sus ideales en el movimiento insurgente. Diversos líderes de la Guerra de Independencia (1810-1821) relacionados con Guerrero fueron masones destacados. Entre ellos se cuentan José María Morelos y Pavón –quien instaló en 1813 el Congreso de Anáhuac en Chilpancingo–, Vicente Guerrero Saldaña, Nicolás Bravo Rueda, Leonardo Bravo, Hermenegildo Galeana, Pablo Galeana, y Juan Álvarez Hurtado, entre otros. Sus ideales de libertad e igualdad, afines a la filosofía masónica, influyeron en documentos fundacionales como los Sentimientos de la Nación de Morelos (1813) y en la consumación de la independencia en 1821. Para 1827, el general Vicente Guerrero –nativo de Tixtla, Guerrero– figuraba como líder de la logia yorkina “Rosa Mexicana”, una de las más influyentes del país, y contaba con el apoyo de Poinsett en su oposición al rito escocés conservador. La temprana participación de estos masones en la gesta independentista cimentó el establecimiento de la Orden en tierras guerrerenses.

Desarrollo de las logias masónicas en distintos períodos históricos

Tras la consumación de la Independencia, la actividad masónica en Guerrero y en todo México atravesó diversos altibajos ligados a la situación política nacional. En la década de 1820 las logias se dividieron en dos corrientes rivales –escoceses (monárquicos/centralistas) y yorkinos (republicanos/federalistas)– que fungieron prácticamente como partidos políticos de la época. Guerrero y los liberales federales de la región se alinearon con el Rito Yorkino, mientras los centralistas conservadores preferían el Rito Escocés. Esta pugna influyó en la vida pública hasta la promulgación de la Constitución federal de 1824, lograda bajo el influjo de masones yorkinos prominentes.

Durante la primera mitad del siglo XIX, las logias en Guerrero operaron de forma discreta, pero manteniéndose activas entre la élite liberal regional. El general Juan Álvarez –caudillo de la Sierra y figura central de Guerrero– participó en la Revolución de Ayutla (1854) que derrocó a Santa Anna y dio paso a la Reforma liberal. Es razonable suponer que Álvarez y sus allegados (afines a Benito Juárez) actuaron inspirados por ideales masónicos, dada la fuerte asociación de la masonería con el liberalismo de mediados de siglo. De hecho, muchos liberales de la Reforma eran masones, y la lucha entre liberales y conservadores en México tuvo su espejo en la rivalidad entre logias yorkinas y escocesas. Tras la Guerra de Reforma (1858-1861) y el triunfo republicano sobre el Imperio de Maximiliano (1867), la masonería mexicana se unificó en gran medida bajo el Rito Escocés, aunque coexistiendo con ritos nacionales. En Guerrero, esto sentó las bases para el florecimiento de logias locales en la época porfiriana.

Hacia finales del siglo XIX, la masonería guerrerense alcanzó madurez e influencia intelectual. Una figura cimera de este periodo fue Ignacio Manuel Altamirano Basilio, originario de Tixtla. Altamirano –veterano de la Guerra de Reforma, educador, periodista y novelista– se inició como masón en la logia de Tixtla y llegó a ser Gran Maestro de la Gran Logia del Valle de México en 1878. Bajo su liderazgo, la masonería adoptó posturas nacionalistas y de progreso educativo, fundando incluso una Gran Logia independiente de carácter liberal. Su labor demuestra la evolución de las logias decimonónicas desde meras sociedades políticas clandestinas hacia instituciones promotoras de la educación laica y la cultura.

En el siglo XX, la masonería continuó arraigada en Guerrero aunque sin una gran logia estatal propia durante mucho tiempo. Tras la Revolución Mexicana (1910-1917), muchos dirigentes posrevolucionarios fueron masones, lo que aseguró la continuidad de la Orden. Logias del estado operaban bajo la jurisdicción de la Gran Logia “Valle de México” (con sede en la capital del país), autoridad que abarcó Guerrero por más de cien años. No fue sino hasta finales de la década de 1990 cuando los masones guerrerenses, buscando mayor autonomía, emprendieron la creación de una obediencia local independiente. Este proceso culminó con el establecimiento de la Gran Logia del Estado de Guerrero en 1998, como se detalla más adelante. Desde entonces, las logias simbólicas de Guerrero se organizan bajo esa autoridad local, marcando un nuevo capítulo en su desarrollo histórico.

Figuras clave de la masonería guerrerense

Nicolás Bravo Rueda, insurgente de la Independencia nacido en Chilpancingo y tres veces presidente de México, fue uno de los masones guerrerenses más destacados. Bravo, apodado el “Caudillo de Chilpancingo”, es célebre no solo por su valentía en batalla sino también por su acto de perdón a los prisioneros realistas en 1812, gesto acorde con los ideales humanitarios de la fraternidad masónica. Junto a él brillaron otros independentistas de la región suriana: Vicente Guerrero, líder militar de la etapa de resistencia y segundo Presidente de la República (1829), cuyo apellido lleva orgullosamente el estado; los hermanos Leonardo y Nicolás Bravo, próceres de la insurgencia (Nicolás sería Presidente interino en varias ocasiones); Hermenegildo Galeana, brazo derecho de Morelos; y el propio general Juan N. Álvarez, artífice de la victoria liberal de 1855. Todos ellos figuraron entre las filas masónicas y contribuyeron, con sus acciones, a los cambios políticos fundamentales del México decimonónico. En la segunda mitad del siglo XIX, Ignacio Manuel Altamirano emergió como el masón guerrerense más influyente en el plano intelectual. Altamirano, de origen indígena nahua, encarnó el ideal del liberal ilustrado: participó en guerras decisivas (Ayutla, Reforma, Intervención Francesa), fundó periódicos y escuelas, escribió obras literarias de renombre y promovió la educación laica en México. Iniciado en la masonería en 1870, escaló posiciones hasta ser electo Gran Maestro de la Gran Logia Valle de México en 1878, desde donde impulsó reformas para modernizar la Orden. Su legado combina aportes culturales (es considerado “padre” de la literatura mexicana moderna) con liderazgo masónico, por lo que en Guerrero se le reconoce como una figura ejemplar.

Ya en el siglo XX, sobresale Adolfo Cienfuegos y Camus, originario de Tixtla, quien fue Gran Maestro de la Gran Logia Valle de México en 1929. Cienfuegos y Camus representó la continuidad de la tradición liberal guerrerense en la masonería nacional después de la Revolución. A nivel local, numerosos gobernadores y políticos guerrerenses han sido masones, aunque a menudo de modo discreto. En tiempos recientes, merece mención especial Adolfo Catarino Vázquez, quien se convirtió en el primer Gran Maestro de la Gran Logia del Estado de Guerrero al fundarse ésta en 1998. Junto con otros respetables maestros fundadores, Catarino Vázquez sentó las bases para la organización actual de las logias en la entidad. Estas figuras –desde insurgentes independentistas hasta intelectuales y líderes modernos– personifican la influencia de la masonería en la historia de Guerrero.

Impacto de la masonería en la política, la sociedad y la cultura de Guerrero

La masonería ha dejado una profunda huella en la política guerrerense. Desde el nacimiento del estado de Guerrero en 1849 (creado en honor al general Vicente Guerrero, ilustre masón), los principios liberales promovidos por las logias han orientado la construcción de las instituciones locales. Muchos de los primeros gobernantes guerrerenses –incluido el propio Juan Álvarez, primer gobernador del estado– comulgaban con el ideario masónico, lo que se reflejó en políticas progresistas. Por ejemplo, tras el triunfo del Plan de Ayutla, Guerrero fue un baluarte del liberalismo: se impulsó la secularización de bienes eclesiásticos y la implantación de la educación laica, en sintonía con las Leyes de Reforma nacionales. Incluso en décadas posteriores, cuando el país cayó en regímenes autoritarios, las logias guerrerenses continuaron como espacios de discusión libre y semilleros de nuevas ideas que abogaban por la soberanía popular. En el siglo XX, no es casualidad que líderes políticos emanados de Guerrero (como los presidentes Emiliano Zapata –cuyo movimiento agrarista tuvo eco en la Montaña guerrerense– o Álvaro Obregón –vencedor de facciones zapatistas en Chilpancingo–) compartieran vínculos con la masonería o con sus ideales, reforzando la influencia de la Orden en la vida pública regional.

En el ámbito social, la fraternidad masónica ha contribuido al tejido cívico y al progreso comunitario de Guerrero. Las logias, más allá de su discreción, han funcionado como sociedades de ayuda mutua y de fomento educativo. A finales del siglo XIX y principios del XX, masones guerrerenses fundaron escuelas, bibliotecas y sociedades literarias que elevaron el nivel cultural de ciudades como Chilpancingo, Tixtla, Iguala y Acapulco. Un claro ejemplo es la labor periodística y pedagógica de Altamirano, quien desde su trinchera masónica promovió la alfabetización y la difusión de valores cívicos. Asimismo, los masones han estado detrás de diversas iniciativas filantrópicas en el estado –donaciones para damnificados de desastres naturales, creación de becas estudiantiles, apoyo a instituciones de salud– inspirados en su principio de beneficencia hacia el prójimo. En las comunidades guerrerenses, muchas festividades cívicas y conmemoraciones históricas reciben el apoyo organizativo de logias locales, reforzando la identidad y la memoria colectiva.

En cuanto a la cultura, la impronta de la masonería se manifiesta en la defensa del libre pensamiento y la tolerancia religiosa en una sociedad tradicionalmente devota. Guerrero, cuna de grandes artistas y pensadores, ha visto en la masonería un bastión para la expresión libre. Por ejemplo, durante el Porfiriato, periódicos opositores y clubs liberales –donde militaban masones– surgieron en Chilpancingo y Acapulco para criticar los abusos del régimen, sentando bases para la futura Revolución. En el terreno artístico, la simbología masónica ha inspirado monumentos y obras; destacan el Monumento a los Héroes de la Independencia en Tixtla y diversas logias decoradas con murales alegóricos a la Historia Universal y la virtud cívica. La cultura guerrerense se ha nutrido también de la pluralidad promovida por la Orden: gracias a la influencia masónica se respetaron en Guerrero derechos de minorías religiosas desde el siglo XIX, y se adoptaron costumbres republicanas (como el culto cívico a la bandera y a los Niños Héroes) que complementaron las tradiciones locales. En suma, la masonería ha sido en Guerrero un agente de modernización: moldeó líderes políticos, elevó el nivel educativo y alimentó una cultura de libertad de pensamiento cuya herencia persiste hasta nuestros días.

Relación de la masonería con movimientos históricos de Guerrero

La historia de Guerrero está entrelazada con la de la masonería en numerosos momentos clave. Durante la Guerra de Independencia, los insurgentes masones de la región no solo combatieron al régimen colonial, sino que plasmaron sus ideales ilustrados en los primeros documentos constitucionales. En Chilpancingo, 1813, el congreso encabezado por Morelos (presbítero con afinidades masónicas) proclamó principios revolucionarios –como la abolición de la esclavitud y la soberanía del pueblo– que reflejaban conceptos masónicos universales de libertad, igualdad y fraternidad. Años más tarde, en Iguala (1821), Vicente Guerrero pactó con Agustín de Iturbide el Plan de Iguala que consolidó la independencia; si bien ese plan incluía la protección de la religión católica, también aseguraba la independencia nacional, meta a la que la masonería había contribuido forjando lazos de fraternidad entre insurgentes de diversas regiones.

Tras la independencia, la Revolución de Ayutla de 1854 marcó otro hito donde la masonería tuvo un rol indirecto pero palpable. Ayutla, población de la Costa Chica guerrerense, vio nacer el pronunciamiento liberal contra la dictadura de Santa Anna. El plan fue proclamado por Florencio Villarreal con el apoyo crucial del general Juan Álvarez, ambos liberales radicales. Álvarez, considerado un “hermano” entre los masones, reunió a militantes de logias y sociedades liberales de todo el país para derrocar al tirano. El éxito del Plan de Ayutla llevó a Álvarez a ocupar brevemente la presidencia en 1855 y allanó el camino para la Constitución de 1857, cuyas garantías individuales y separación Iglesia-Estado eran objetivos largamente perseguidos por la masonería liberal. De hecho, muchos de los artífices de la Constitución de 1857 –como Melchor Ocampo, Benito Juárez, Guillermo Prieto– formaban parte de logias, y aunque no eran guerrerenses, contaron con el respaldo de los liberales de Guerrero. Durante la Guerra de Reforma que siguió (1858-1860), Guerrero fue bastión republicano; el puerto de Acapulco resistió ataques de conservadores y franceses, y en esa resistencia colaboraron masones locales en las filas del ejército juarista.

En la Revolución Mexicana (1910-1917), el estado de Guerrero nuevamente fue escenario de luchas trascendentales. Si bien los líderes revolucionarios más prominentes provinieron de otras regiones (Madero, Carranza, Villa, Zapata), Guerrero aportó contingentes y comandantes a distintos bandos. Es notable que muchos generales revolucionarios fueran masones o simpatizantes: por ejemplo, Jesús H. Salgado, caudillo zapatista en Guerrero, juró lealtad a Emiliano Zapata bajo ritos que algunos historiadores comparan con ceremonias iniciáticas; y Pascual Orozco –cuyo movimiento llegó a Iguala– era masón declarado. Tras la guerra civil, los gobiernos posrevolucionarios (Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas) implementaron en Guerrero políticas agrarias, educativas y anticlericales influenciadas por la visión masónica de un Estado laico y socialmente justo. Durante la Guerra Cristera (1926-1929), Guerrero se mantuvo mayormente leal al gobierno federal anticlerical; masones locales apoyaron las medidas del presidente Calles (también masón) contra la insurrección religiosa, reafirmando el carácter secular de la entidad.

En épocas más recientes, la masonería guerrerense ha acompañado los procesos históricos desde un rol menos beligerante pero igualmente importante. Durante el siglo XX tardío, mientras Guerrero enfrentaba movimientos sociales (guerrillas de Genaro Vázquez y Lucio Cabañas en los 60-70, movilizaciones magisteriales, etc.), las logias promovieron soluciones pacíficas y reformas institucionales. Muestra de su compromiso con la concordia nacional es que Guerrero ha sido sede de eventos masónicos de relevancia: en julio de 2019, Acapulco albergó el CXXII Consejo Masónico Nacional, reunión de 31 Grandes Logias del país organizada por la Gran Logia de Guerrero. Por primera vez en la historia reciente, líderes masones de todo México sesionaron en tierra guerrerense para reafirmar la unidad de la Orden y su contribución al desarrollo nacional. Este acontecimiento subraya cómo la masonería en Guerrero continúa vinculada a los grandes movimientos e ideales nacionales, desde la independencia hasta la consolidación democrática actual.

La Muy Respetable Gran Logia del Estado de Guerrero

A pesar de la larga trayectoria masónica en la región, fue apenas a fines del siglo XX cuando las logias de Guerrero obtuvieron su propia Gran Logia soberana. Durante más de cien años, las logias guerrerenses estuvieron adscritas a la jurisdicción de la Gran Logia “Valle de México” con sede en la capital, lo que significaba que dependían administrativamente de la obediencia central. Esta situación cambió en 1998 gracias a la visión y esfuerzo de un grupo de masones guerrerenses destacados, quienes promovieron la creación de una Gran Logia independiente para la entidadEl 13 de noviembre de 1998 se fundó oficialmente la Muy Respetable Gran Logia del Estado de Guerrero, convirtiéndose en la primera Gran Logia propia del estado. La Gran Logia Unida Mexicana de Veracruz apoyó esta emancipación otorgando la Carta Patente N.º 5799, la cual fue entregada en una ceremonia especial el 7 de noviembre de 1998, confiriendo plena legitimidad y exclusividad jurisdiccional sobre el territorio guerrerense. La ceremonia fundacional tuvo lugar en Chilpancingo de los Bravo, en el edificio donde sesionaba la Respetable Logia Simbólica “Interrogación Cósmica” No. 7, sirviendo de marco solemne para instaurar la Gran Logia estatal. En aquel acto histórico se nombró al Q:.H:. Adolfo Catarino Vázquez como primer Muy Respetable Gran Maestro, junto a un cuerpo directivo conformado por masones provenientes de diversas logias del estado. La nueva Gran Logia nació con 12 logias simbólicas fundadoras distribuidas en las principales ciudades de Guerrero (Chilpancingo, Acapulco, Tixtla, Zihuatanejo, entre otras), heredando muchas de ellas nombres de próceres locales –por ejemplo, Nicolás Bravo N°.1 en Chilpancingo, Ignacio M. Altamirano N°.3 en Acapulco, Juan Álvarez N°.4 en Atoyac, Vicente Guerrero Saldaña N°.9 en Tixtla– en honor a la tradición masónica e histórica del estado.

Desde su establecimiento, la Muy Respetable Gran Logia del Estado de Guerrero (MRGLEG) ha velado por el crecimiento y la regularidad de la masonería en la región. Actualmente tiene su sede en Chilpancingo y agrupa a las logias locales bajo los mismos ideales rectores. Está afiliada a la Confederación de Grandes Logias Regulares de los Estados Unidos Mexicanos, lo que garantiza su reconocimiento nacional e internacional, y estrecha lazos de fraternidad con las demás obediencias del país. En las décadas transcurridas, la MRGLEG ha organizado eventos nacionales (como el mencionado Consejo Masónico de 2019) y se ha involucrado en causas sociales, siempre respetando el principio de no participación política partidista pero sí de influencia ética. Sus logias impulsan actividades culturales, conferencias públicas y obras benéficas en sus comunidades, proyectando una imagen renovada de la masonería ante la sociedad guerrerense.

Los dignatarios y funcionarios nombrados para dirigir los destinos de la naciente Gran Logia del Estado de Guerrero fueron:

  • Respetable Gran Maestro: Adolfo Catarino Vázquez.
  • Primer Gran Vigilante: Miguel Molina Sámano.
  • Segundo Gran Vigilante: Rodolfo Sámano García.
  • Diputado Gran Maestro: Juan José Alberto Cadena Espinoza.
  • Primer Gran Diácono: Mateo Torres Rodríguez.
  • Gran Orador: Juan Damián Barrios Gutiérrez.
  • Gran Secretario: Mario Alfredo Salazar Almenara.
  • Gran Hospitalario: Ignacio Rangel Delgado.
  • Gran Maestro de Ceremonias: Miguel Angel Godínez Gómez.
  • Segundo Gran Diácono: Nemesio García Maldonado.
  • Primer Gran Experto: Tarcisio Soto Rendón.
  • Segundo Gran Experto: Gabriel Jíménez Montiel.
  • Gran Porta Estandarte: Jorge Rafael Reyes Serrano.
  • Gran Guarda Templo Exterior: Enrique Velázquez Castillo.
  • Gran Diputado Regional Acapulco: Alejandro Salgado Morgan.
  • Gran Diputado Regional Zona Centro: Pedro Aníbal Bailón Guerrero.
  • Gran Diputado Regional Zona Costa Grande: José Francisco Zamora Solís.

La MRGLEG representa, en suma, el legado vivo de la masonería en esta tierra. Bajo su amparo, la antigua tradición masónica –que llegó con los insurgentes y se consolidó con los liberales– sigue vigente, adaptándose a los nuevos tiempos. Sus miembros, hombres y mujeres libres y de buenas costumbres, continúan cultivando los valores masónicos de Libertad, Igualdad y Fraternidad en beneficio del estado. En un mundo cambiante, la masonería guerrerense perdura como depositaria de ideales humanistas y como escuela de virtudes cívicas, honrando la memoria de sus antepasados ilustres y trabajando por el progreso y la unión fraternal de las generaciones presentes y futuras.

Fuentes consultadas:

  1. Enciclopedia Guerrerense. (s.f.). Masonería. Recuperado de https://enciclopediagro.mx/cultura-general/masoneria/
  2. Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM). (2017). Influencia de la masonería en la Constitución de 1917. Recuperado de https://inehrm.gob.mx/work/models/Constitucion1917/Resource/1883/Consititucion_1917_y_Masoneria_PDF_WEB.pdf
  3. Wikipedia. (2025). Francmasonería en México. Recuperado de https://es.wikipedia.org/wiki/Francmasoner%C3%ADa_en_M%C3%A9xico
  4. SciELO México. (2009). Masonería, papeles públicos y cultura política en el primer México independiente. Recuperado de https://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S0185-26202009000200002&script=sci_arttext
  5. Ciencia UANL. (2014). La francmasonería en México. Recuperado de https://cienciauanl.uanl.mx/?p=729
  6. Wikipedia. (2025). Lista de Grandes Logias Masónicas en México. Recuperado de https://en.wikipedia.org/wiki/List_of_Masonic_Grand_Lodges_Mexico
  7. Secretaría de Cultura de Guerrero. (2021). Asume Guerrero vicepresidencia de la masonería nacional. Recuperado de https://www.facebook.com/SecretariaDeCulturaDeGuerrero/posts/asume-guerrero-vicepresidencia-de-la-masoner%C3%ADa-nacionalchilpancingo-en-ceremonia/4307143202701089/
  8. Dialnet. (2012). La masonería en México, entre las sociedades secretas y la política. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/8637159.pdf
  9. Gran Logia del Estado de Guerrero. (2025). Gran Logia del Estado de Guerrero. Recuperado de https://www.facebook.com/p/Gran-Logia-del-Estado-de-Guerrero-100082553725996/